Cierta vez, Mastropiero tomó a su servicio a una gitana de nombre Azucena, para que no sólo le lavara la ropa, sino que también le leyera las manos y le tirara las cartas. Pero la tuvo que despedir porque Azucena le tiraba la ropa, le leía las cartas y luego se lavaba las manos.
Azucena logró que Mastropiero no la despidiera contándole su triste historia: Ella era la hija del jefe de una tribu de gitanos. El día en que cumplió 14 años, se le acercó la gitana más vieja de la tribu y le dijo: -"Querida Azucena, que tengas una vida tan bella como tu cara..."
La anciana fue condenada al destierro. Fue condenada al destierro gitano, o sea, condenada a vivir siempre en el mismo lugar. En ese momento llegaba al campamento el Barón Gitano acompañado por su hijo, Volax el tremendo (Volax, con "v"). Azucena y el joven estaban prometidos en matrimonio y el tremendo Volax venía a casarse.
La fiesta de esponsales duró ocho días y seis noches. Sucede que a la primera noche se interrumpió la fiesta porque el novio, después de ver a Azucena huyó despavorido; y la segunda noche también se interrumpió porque Azucena al enterarse partió en su búsqueda. Ninguno de los dos regresó ya al campamento, pero por suerte, los seis días siguientes el casamiento continuó con toda normalidad.
Azucena no había encontrado a su prometido pero esperaba un hijo de él. Según Mastropiero, él, conmovido por el relato, permitió que Azucena se quedara en su casa y tiempo después la gitana tuvo un robusto varón de Volax.
Cuando nació su hijo, Azucena lo llamó a su seno... Digo: Azuceno. Mastropiero tomó al niño bajo su protección y le dio su apellido, actitud esta que despertó las sospechas de algunos y confirmó las de casi todos. Azuceno Mastropiero estudió música guiado por su célebre tutor y, muy joven aún, compuso, inspirado en las canciones de cuna de su madre, sus "Vientos Gitanos" opus 6, que interpretan a continuación Les Luthiers.