Hoy yo quiero contarles, la historia más sencilla
De un hombre que en su vida, Benito se llamo
Era muy elocuente, predicaba la Biblia
Con grandes maravillas, lo respaldaba Dios
En muchas ocasiones, le oí hablar del calvario
Y las almas llorando, recibían al Señor
De lugares lejanos, venían para escucharle
Era muy apreciado, como un santo varón
Un día le dio la espalda, al mensaje de Cristo
Y el hermano Benito, al pecado volvió
Los hermanos lloraron, la iglesia hizo vigilia
Y toda su familia, oraron por su bien
Al cabo de algún tiempo, volvió a reconciliarse
Y Dios empezó a usarle, como aquella otra vez
Pero ahora que ha salido de la trampa del diablo
Salió con el resabio (mala costumbre) de pararse y caer
Por eso, amado hermano, resistid al maligno
Con la ayuda de Cristo, sé que lo vencerás
No permitas que nada, dañe tu testimonio
Y pierdas en el cielo tan sublime heredad
El hermano Benito, volvió caer de nuevo
Dándole rienda suelda al vicio y al placer
Tal vez lo hizo pensando: Algún día busco el cielo
Pero no se dio cuenta, que Dios se apartó de él
Cuando quiso buscarle, como era su costumbre
Resulto que la lumbre del juicio lo envolvió
Y entre más imploraba, al cielo en su lamento
Encontraba, por cierto, mayor condenación
Buscaba a Jesucristo, en ayuno y vigilia
Pero el Dios de la Biblia, ya no lo respondió
Y fue tanta la angustia, ante el cielo cerrado
Que su mismo pecado, lo hecho a la perdición
Salió una mañanita al solar de su casa
Usando como gasa su mismo cinturón
Llevándoselo al cuello de la raíz de un árbol
Benito, nuestro hermano, como Judas se ahorcó
Por eso, amado hermano, resistid al maligno
Con la ayuda de Cristo, sé que lo vencerás
No permitas que nada dañe tu testimonio
Y pierdas en el cielo tan sublime heredad