Cuarenta cartones pintados
con palos de ensueño, de engaño y amor.
La vida es un mazo marcado,
baraja los naipes la mano de Dios.
Las malas que embosca la dicha
se dieron en juego tras cada ilusión,
y así fue robándome fichas
la carta negada de tu corazón.
¡Hagan juego!
Monte criollo que en tu emboque
tu ternura palpité.
¡Hagan juego!
Me mandé mi resto en cope
y después de los tres toques
con tu olvido me topé.
Perdí los primeros convites
parando en carpetas de suerte y verdad.
Y luego, buscando desquite,
cien contras seguidas me dio tu maldad.
Me ofrece la espada su filo,
rencores del basto te quieren vengar.
Hoy juego mi trampa tranquilo
y entre oros y copas te habré de olvidar.