No fue Mimí, ni fue Manón,
fue una muchacha sin canción.
Cuando murió en mis manos
ya era un paisaje muerto,
¡pueblo de pantanos
sin caminos y sin puertos!
Y atrás de un tul, siempre París
vendiendo azul lo gris.
El boulevard prieto de sol
y para amar, alcohol.
Y la navaja del jornal
-un dólar tal más tierno que
el mouguet-,
y el agua baja del percal
y astral del cabaret.
Y así el pernod y el strip tis
- medio cocotte y actriz-
y los barbudos sin razón,
¡y el mal de Koch, París!
Siempre París para soñar...
Siempre París para morir...
Siempre París para rodar...
¡Sin ser Manón ni ser Mimí!