Ese muchacho Troilo...
Como el fueye que duele como él,
y su gran juventud hecha de arrugas...
Parece un corazón latiendo en las rodillas...
Ese muchacho Troilo...
Para mí que lo hicieron en mi casa
como el pan que la vieja siempre dio,
¡le sobra tanto amor que rompe los bolsillos!
¿Para qué volver a investigar
la bola de cristal, si ya aprendió a vivir?
Y entendió que hay madres que se van,
amigos que no están
y niños que se mueren sin juguetes...
Por eso el gordo Troilo
tiene tantos pecados con razón,
que al lado de Jesús y al lado del ladrón
también ganó su cruz de angustias y de alcohol...