Por las cosas que tiene París
la sacaba a lucir en Montmartre,
y además le compraba pinturas,
tabaco, ternuras, poemas y pan.
Él, un negro "colifa", de hollín,
y ella un trompo que hacía Pigall.
Fue no sé por qué rara aventura
que hundieron un barco dos décimas más.
Y llegaron al puerto soñado,
la vieron con pan y cebolla
y en Corrientes la angosta y el Bajo,
buscaron laburo, pararon la olla.
Pero al fin -¡nuestro pueblo es así!-,
la engrupió un malandrín de cantor
y al conjuro de un viejo gotán...
¡Al conjuro de un viejo gotán
la madam se piantó!
Por las cosas que tiene París
se encontraron de nuevo en Montmartre.
Él seguía comprando pinturas,
pero ella la dura ternura del pan.
Y él, el negro "colifa", de hollín,
que en el barrio se hacía respetar,
se casó en "Sacre Coeur" con la mina
y esa misma noche la mandó al Pigall.